martes, 28 de noviembre de 2017

20 años bien valen un Fuel Fandango

Pocas veces confluyen en los sentimientos de una persona coincidencias
estelares, de esas que traen la magia a tu vida, que la convierten en una noche imborrable y que aúnan con serena perfección el placer de la música con el amor.
Pero por fortuna, a veces sucede y convierten la vida de uno, tortuosa a veces, estresante las más, en afortunada por poder vivirla.

Un sábado reciente, lleno de eventos deportivos, cumpleañeros, de idas y venidas, de hijos ocupados con sus amigos y apenas un momento de descanso, se convirtió, al caer la noche en una de esas jornadas de bienaventurada coalescencia de sentimientos. Y es que celebrar 20 años de matrimonio no es poco, cuando la vida se vive tan intensa como en nuestra familia, separados por la obligatoriedad del trabajo, con una maleta casi en permanente estado de preparación o vaciado, y con una dosis inconmensurable de paciencia de Laura, que puede con todo y con más, con los avatares de dos preadolescentes y con un marido camino de la cincuentena…

Y romper esa intensidad de vida con una noche de placer musical fue una rúbrica dorada para celebrar cuatro lustros (nada más y nada menos) de vida en común.

Si la música la pone Fuel Fandango, como fue el caso, en uno de los últimos conciertos de su gira Aurora en la sala Repvblicca de Valencia, entonces alcanzar al éxtasis es inmediato.

Y es que Fuel Fandango nos han regalado el que para mí es el disco del año, Aurora. Con esa mezcla de jazz, flamenco, música electrónica, pop rotundo y palabras con tronío, con raza, mezcladas con un inglés impecable en un ritmo que obliga a bailar, a brincar con devoción, con negro y rojo, con rosas.
Aurora está plagado de singles. Cada tema del disco podría haber sido uno y Fuel nos regalaron casi todos en directo, con solemne maestría, con cadencia bailable, con pausas de taconeo flamenco sobre tablao, con abanicos, pero también con saltos marciales, movimientos geométricos de música máquina y pausas jazzísticas de voz dulce.

Cristina se merendó literalmente el escenario, lo repletó, lo recorrió, taconeó, flamenqueó, y brincó con las bases tecno, increpando al público y retando a Ale, detrás de los teclados o de la guitarra con mirada racial, y con movimientos electrónicos haciendo imposible apartar la mirada.

El final, rotundo, abrasador, con Always searching levantó al público a brincos. Estoy seguro de que no hubo ni un alma que pudiera resistirse a bailarlo.

Fuel Fandango suenan a The chemical brothers en momentos de metralla electrónica, a Estrella Morente en otros y no precisamente en el tema que grabaron con ella, a God is an astronaut en sus atmósferas sonoras y a cualquier cantante negra de jazz de Brooklyn. ¿Cómo puede eso amalgamarse en una esencia propia? Es un misterio para mí pero sin duda es lo que Fuel ha conseguido con este discazo y lo que ha hecho que me enamore de esta banda tanto como lo hice de Laura hace muchos más de 20 años.





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